La Diputación expone, en el Museo Pedrilla, un proyector cinematográfico de “la edad de oro” del cine en Cáceres
Cáceres.- A partir de la segunda mitad del siglo XX se vivirá en Cáceres lo que algunos han venido a llamar “la edad de oro” del cine en la capital cacereña, llegando a contar, en algún momento, con hasta cinco salas de proyección, a lo que se sumarían cineclubes y certámenes de cine, además de ser la ciudad escenario de varias superproducciones.
Es a esos años a los que retrotrae el proyector cinematográfico que la Diputación de Cáceres expone al público en el Museo Casa Pedrilla-Guayasamín, un cinematógrafo modelo P55 35/70, de la marca Prèvosto S.R.L., fabricado en Milán, en 1975.
Este proyector pertenecería, en su momento, al Cine Capitol, trasladándose posteriormente al Complejo Cultural San Francisco de la Diputación de Cáceres, donde seguiría en uso hasta los años noventa.
Está fabricado principalmente en aluminio y permitía proyectar tanto con película estándar de 35 mm., como película de 70 mm., indicado para grandes salas.
Un poco de historia
En un primer momento, Cáceres contaba con tres salas en las que se podía disfrutar del cine: el Gran Teatro, construido en los años 20, que desde sus inicios alternó las piezas dramáticas con las proyecciones del séptimo artes y que, incluso, antes de que acabaran las obras, el solar ya había funcionado al aire libre como barraca, con el nombre de Cine de San Juan.
Una segunda sala era el Cine Norba, considerado el primer cine de Cáceres propiamente dicho, ya que fue construido expresamente para proyecciones en 1934, por el arquitecto municipal Ángel Pérez Rodríguez, con una fachada de estilo art-deco.
Por último, una tercera sala que era el Cine Capitol, inaugurado el 6 de marzo de 1947 y proyectado por el arquitecto Luis Feduchi, responsable del Cine Capital de Madrid, considerándose uno de los edificios que contribuyó de manera clara a la modernización de la ciudad.
Tras ellos llegarían a Cáceres el Coliseum, inaugurado en 1962 como la sala más grande de España, con 1.998 butacas, y, un año después, el Astoria, con lo que la ciudad llegaría a contar con 6.000 localidades. Ambos cines se convertirían en los máximos exponentes de la “edad de oro” del cine cacereño, acogiendo estrenos por los que pasaban las celebridades del momento y que constituían verdaderos acontecimientos sociales y culturales.